lunes, 30 de mayo de 2011

Será porque soy negro

Las ácidas declaraciones de Lewis Hamilton después de la carrera en Mónaco en las que, veladamente, acusaba a los comisarios de racismo sólo tienen una justificación. El que fuera el piloto más joven en ganar un mundial de Fórmula 1 ha demostrado con creces que está muy, pero que muy mal acostumbrado.

Que tienda su mano e intente rectificar sus palabras ante los comisarios entra dentro de la lógica. Lo que es tremendamente injusto es que no haya dado muestras de arrepentimiento ante los pilotos que, finalmente, fueron los verdaderos damnificados de sus cuestionadas acciones en el circuito urbano.

Y es que aunque es totalmente lícito llorar y quejarse, para poder hacerlo se debería tener la certeza de no haber sido beneficiado con descaro en ocasiones anteriores. Ya que a nadie, al que le guste medianamente la Fórmula 1, se le pueden escapar las polémicas decisiones de los mismos comisarios que ahora sancionan las acciones de Hamilton.

Durante la disputa del Gran Premio de Europa en 2007 y, como consecuencia de la intensa lluvia que caía sobre el circuito de Nürburgring, un total de seis coches se salieron de la pista en la curva 1, entre ellos el propio Hamilton. Este, sin embargo, sería el único devuelto a la pista por una grúa durante una carrera en Fórmula 1.

Pero sin necesidad de remontarse tan atrás, en 2009 en el Gran Premio de Australia, Hamilton volvió a adquirir un protagonismo exacerbado a falta de 3 vueltas para el final. Durante la investigación por una posible infracción de Trulli al adelantar con el coche de seguridad en pista, Hamilton y la escudería McLaren decidieron mentir descaradamente. Por suerte, este engaño se despató gracias a la grabación de la radio del coche del británico, con lo que se confirmó que había dejado pasar deliberadamente al italiano para salir beneficiado y había llenado su declaración de auténticas falacias.

A pesar de esto e independientemente de que se pueda probar o no el beneficio de manera premeditada a algún piloto, lo que sí debería ser una norma imperturbable es que los deportistas midiesen con sumo cuidado sus palabras. Y más, cuando se trata de temas tan peliagudos como el racismo.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Afición de Primera

El Dépor lucha por salir de la dramática situación de verse en el pozo de segunda y, después del partido de ayer, el objetivo parece más próximo. Este paso adelante hay que agradecérselo, en gran medida, a una afición que está demostrando desde el inicio que es de Primera. A pesar de contar con un equipo mediocre y falto de gol, los seguidores no han cejado en la lucha por animar en cada instante a los suyos, y por demostrarles que todo es posible si se dejan la piel en el campo.

Y es que no hay que olvidar que la situación del conjunto herculino no es más que la crónica de una muerte anunciada. Sino, a qué vino que en el mes de octubre se presentaran un ciento de seguidores en un entrenamiento en Abegondo cuando quedaba prácticamente toda la Liga por jugar? En esas pequeñas cosas no sólo se demuestra la fuerza que puede tener una hinchada, sino la lamentable situación que ha mantenido el Dépor durante toda la campaña. Un equipo, que no olvidemos, tiene la suerte de poseer ni más ni menos que una Liga, entre otros importantes méritos.




El sentimiento de pertener a un club, de gritar, de llorar y de desesperarse ante las adversidades es lo que hace grande al fútbol. Y eso es, concretamente, lo que se vivió esta última semana en A Coruña. Porque al igual que la culpa de la crisis mundial no es única y exclusivamente de Zapatero, el agrio momento que vive el fútbol coruñés no tiene un único responsable. Lotina es la cabeza visible de un equipo que se desmorona en cada línea de acción. Salvando la defensa, una de las más goleadoras de la Liga, el histórico SuperDepor se ha hecho añicos asimismo a golpe de una nefasta gestión y de un endeudamiento que parece incontrolado e incontrolable.

Los tiempos de gloria han pasado a la historia y, ahora, el presente del Dépor augura momentos dolorosos que necesitan más que nunca del apoyo de todos. Y es que es imprescindible que en estas tristes circunstancias los jugadores salgan reforzados y que el ímpetu de la gente ayude a que el Dépor esté más "crecidito" que nunca.

viernes, 6 de mayo de 2011

Aprender de los modestos y no subirse a las nubes

No pudo ser. El Villarreal se quedó a las puertas de alcanzar la final de la Europa League, pero esto no le va a impedir continuar entre los más grandes del fútbol. Porque ya no está a sus pies, sino que se sitúa a la misma altura de equipos de la trayectoria y categoría del Valencia, Sevilla o Atlético de Madrid. Con el OPorto no se pudo, pero ya se podrá...

Dejando a un lado la derrota y lo que esto significa, no podemos olvidar lo que ha conseguido este equipo. Ya que, un club que en menos de 15 años en la máxima categoría logra importantes hitos y pelea de tú a tú con el Barcelona, merece cuando menos el respeto de todos. Y es que, aunque muchos critiquen o hablen de la poca valía de Pellegrini como técnico del Madrid, el chileno fue el artífice de que este equipo se situase en muy poco tiempo entre los más grandes de España y de Europa.

Y es que ser un entrenador laureado trae consigo lo mejor y lo peor. Pellegrini triunfó en el Villarreal, pero se dejó embelesar por el club más importante del fútbol español y ya se sabe como terminan estas cosas... Salir por la puerta de atrás, sin títulos y con la triste imagen de ser un lamentable entrenador. Nada que ver!

Como en la vida, en esto también hay clases y clases. Salvando las diferencias Mourinho consigue lo que el chileno fue incapaz. Aunar a los aficionados en una lucha encarnizada por desbancar al Barça de los altares. Algo complicado cuando se pone el mundo por montera y arremete contra quien no debería hacerlo.

Al final sus comentarios tienen consecuencias. Una sanción de 5 partido para el portugués, algo justo a la par que innecesario. Mourinho sabe quién es y lo que debe demostrar para continuar en el Madrid. Si cambia su línea de actuación muchos mourinhistas tendrán que agachar las orejas y volver al redil. Algo impensable para el que se cree superior a todos y todo, no?

¡¡Que viva el buen juego!!